miércoles, 6 de julio de 2011

El Chateau vacio o los fantasmas de Nantes.




A sólo unos cuantos días del final inminente, esta ciudad toma nuevos colores y formas. El sol sale, y con ganas. La gente en la calle se ve agobiada de otras cosas (quizás el calor), y varias voces se apagan o más bien se mudan.


Hace dos semanas había más del doble de gente, y parece que cada día es una constante despedida. La gente llora y se abraza, se promete cosas y se dicen lindos pensamientos al oído.
Justo ahora se me viene a la mente este personaje de Marvel Comics “the Watcher” que sólo se dedica a eso, a observar. Así me siento, justo como él. Observando estas partidas, conmovido y duditativo.



Entre todos estos jóvenes estudiantes, soy el único que no soy Erasmus, y sin embargo por el tiempo que paso con ellos y las cosas que hago con ellos, se podría decir que en realidad lo soy.
Aún no sé qué será de mí en los próximos días. Al menos un boleto de regreso a San Diego está listo para mí, y si el viento vuela a mi favor, estaré con los míos en un pestañeo de ojos. ¿Y qué dejaré atrás? Pues simplemente mi vida. Esta vida mía inventada, tan buscada y tan encontrada.
Mi regreso a Mexicali crea en mí psique una ruptura y una apertura. Nada será igual y quisiera saber si seré lo suficientemente listo para entenderlo.
Las antiguas caras estarán allí, con cariños para mí y sus muy apreciadas muestras de amor. Probaré de nuevo el sabor de la comida sabrosa y suculenta, moriré bajo el sol infernal de mi ciudad, esperaré las noches para salir como las brujas y contaré cuentos de fantasía bajo la luna llena y el incesante ruido de la injusticia, el caos y la música de mal gusto.



¿Acaso mi iPod me salvará esta vez de la realidad? Nada está escrito y sólo yo tengo el poder para torcerla.

Detrás de cada partida, una sombra borrosa queda atrás, como huella indeleble de los momentos de risa, de tristeza, lujuria, de golpes sordos, de llantos quedos, de sueños cumplidos y algunos rotos, de bondad y ternura. Las voces de los que se fueron se mezclan entre ellas en tonos ascendentes y descendentes, se quiebran en las calles y rebotan entre las vías empedradas. La Duchesse Anne dormirá tranquila al fin.


Quisiera llevarme conmigo el rumor de la gente al caminar, su silencio frio y distante, las campanillas del tram y la cara del maldito controlador. Quiero una noche más de ese lugar único, de las bananas de media noche y del barco más surrealista del Erdre.
Lo qué ha pasado en Nantes, quizás se quedé en Nantes, mas lo que me ha pasado a mí tendrá sus repercusiones a corto, mediano y largo plazo.



Intento no anhelar tanto estar aquí, no verlo como los ideales de la revolución y después darme cuenta que todo era una ilusión.


Hoy tuve un lindo sueño. Un sueño constante y que reafirma. Sé que es sólo un deseo, así que no sé en realidad si se hará verdad, pero al menos ahí en el sueño fue genial, y me reía y planteaba preguntas de orden logístico. A este año le pasará lo que le pasa a todas mis aventuras de viaje: dudaré de su existencia, lo veré lejano y encerrado en un cúmulo de recuerdos y pensaré que estaba soñando, que quizás nunca pasó.


Quizás la vida es un sueño, después de todo y mientras estoy en mi realidad base, la vida es ficticia y espera por mí para vivirla. Veamos que me espera en los próximos meses. Yo dejo mi puerto abierto para todo aquel que quiera venir a mi encuentro. De mi parte, el lazo no se rompe, creo que soy un fiel amigo y a las pruebas me remito.