sábado, 29 de septiembre de 2012

Adeus



Esta vez, mientras escribo, mi corazón está roto roto. No he dormido bien desde hace un par de días, y hoy ni siquiera terminé de comer mi plato de comida vietnamita que tanto me gusta. Estoy inesperadamente triste, y lo digo así porque nunca pensé que estaría así después del reencuentro que tuve hace dos días.

Resulta que uno de mis amigos más cercanos y queridos vino de paso por aquí. Después de un año sin vernos y a pocos días de mi regreso a México, era el regalo perfecto que la vida podría darme en este preciso momento. No fue un regalo, ni fue un momento alegre, sino triste, muy triste, frustrante y decepcionante.

Llegué a medio día a Nantes después de una hora y media de viaje en tren y autobus. Cuando llegué M aún no estaba despierto así que me di un paseo por allí y fui a visitar a otro amigo mexicano que vive en la ciudad. Aproximadamente a la una de la tarde M, sus amigos y yo nos reencontrábamos a un lado de la Fnac después de un año sin vernos. Fue muy lindo, nos dimos un gran abrazo y nos fuimos a buscar algo de comer. Debí haberme imaginado desde el momento de ese abrazo que mi día no sería bueno, y vaya que no lo fue.

Podría describir cada una de las cosas que hicimos juntos ese día, pero eso sólo los aburriría. Por eso, me enfocaré puntualmente en qué fue lo que pasó ese día.

Básicamente me sentí fuera de lugar, sentí realmente que no tenía que estar allí. En varias ocasiones me sentí ofendido (incluso humillado) por alguien a quien consideraba hasta ese momento mi amigo. Fue como una agonía lenta y físicamente dolorosa, porque además de este malestar emocional, tenía un dolor horrible a nivel del cuello. Tenía unas ganas horribles de salir corriendo y tomar mi tren regreso a casa. Me pregunto si mi cuerpo somatizó este gran malestar emocional, porque al filo de unas cuantas horas estaba en un grito de dolor.

Mi cara y mi cuerpo en esas varias horas de decepción pueden ser descritas de esta manera:

-Yo con una cara inexpresiva, mi cuerpo encorvado como si fuese un árbol viejo y una maleta de tristeza y decepción arrastrando de mi pie izquierdo.

Por la noche regresé a casa, destrozado y cansado, tratando de entender la razón a todo esto. Después empecé a hacer asociaciones y a caer en cuenta en muchas cosas sobre M y mucha más gente. Jamás he pensado que soy una blanca paloma, mas nunca me he sentido o considerado como alguien malo que merece ser mal tratado e ignorado. Me di cuenta que no es la primera vez que esto me pasa y me propuse a hacer más atención a este tipo de cosas.

Ese abrazo raro que recibí ese día después del medio día en esa plaza, fue el reflejo de todo lo que pasaría esa tarde y de todo lo ya había pasado mucho antes. Un abrazo ligeramente fuerte y breve, como si molestara recibirlo.

Por la noche, antes de dormir, leí un poco. Y traté de pensar positivamente para así mandarle mucha luz y un gran perdón. Dios sabe lo mucho que me duele esto y de mi gran deseo actual de no verle jamás en toda mi vida, cosa que será relativamente fácil ya que ambos nos encontraremos en diferentes países lejos el uno del otro.

Sólo me queda sanarme y preparar bien mi corazón, mis ojos y todos mis sentidos. 

Dedico este post a los amigos muertos en vida y a todos aquellos que gracias a su amor sincero y gratuito me hacen llegar más lejos, vencer obstáculos y alcanzar cumbres.

DUC IN ALTUM, y Námaste.